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miércoles, 19 de agosto de 2009

Viví la Vida.


Caminaba por la calle y veía la Vida. Miles de seres andando por ahí, con sus existencias semejantes a las de los fantasmas de la carretera; en la misma línea de acción, tan parecidos y afines que podrían ser todos hermanos, mas siempre alejados, como en pausa, con barreras invisibles entre si, manteniendo la distancia unos de otros. Algunos sonrientes y animados, caminando con júbilo. Otros abatidos, serenos, con una tristeza infame. Pareciera que la más minima brisa afectara en su destino.

Leía los libros y analizaba la Vida. Quedé anonadado al ver como cada frase de cada párrafo describía una situación para que el cerebro la explotara. Admiraba como cada letra te sumergía en la época, lugar y situación que era descrita, logrando así transportarte a miles y miles de lugares sin moverte, sembrarte cientos y cientos de pensamientos. Sorprendía cada vez mas el sonido de la hoja, dando vuelta. Pareciera que cada texto mostrara una nueva realidad.

Escuchaba la música y oía la Vida. Como una ola de emociones, las notas y los versos danzaban, juguetones y sarcásticos. Miles de sentimientos eran los motores de las melodías. Algunas plasmaban profunda angustia, como si no pudieran con tanto pesar y suplicaran por un rescate. Otras comunicaban un éxtasis, como si despidieran una onda de satisfacción que atravesara los oídos. Pareciera que eran los clamores de mil y un crónicas.

Entonces me miré al espejo y sentí la Vida. Observe con detalle mis oscurecidas ojeras, marcas de ene noches sin dormir, delineando unos ojos que habían observado gente y lugares de todo tipo. Toqué mi frente, limpié el sudor y me detuve en las arrugas que poco a poco se iban marcando, como si cada parpadear las hiciera mas profundas y agrietadas. Miré mis labios, mojados por tantas guerras, en espera de nueva batalla, una nueva historia. Pareciera que mi rostro era el óleo donde se pintaba mi alma.

Son millones de segundos, que, si por separado no tendrían sentido, juntos forman momentos. Son los momentos de convivencia y los sentires los que hacen las situaciones. Son cuantiosas situaciones las que engendran buenas y malas épocas. El hecho de existir se conforma de una época tras otra, dejando penetrantes estigmas. Pareciera que la vida no es más que el relato sobre quienes fueron, quienes son y quienes serán, de voz y boca del Universo.


Dejé todo atrás, y viví la Vida.










Adrián M.

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