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domingo, 6 de septiembre de 2009

En Domingo.

De repente fueron los rayos del sol en la cara. Otra noche tan memorable que mi memoria la dejó atrás. Un poco de resaca acompaña al excelente café matutino. La cabeza me martillea un poco, como de costumbre un domingo en la mañana.

Sin más que hacer, suelo salir a caminar el primer día de la semana. Un Saltillo con poca actividad, casi muerto, se muestra en las calles y los callejones. La publicidad satura la vista cuando camino hacia el norte. Que si compras esto o asistes a tal evento, lo común. Bienvenida sea la contaminación visual.

Unas cuerdas en los oídos siempre caen bien en este día. Silvio y Serrano me acompañan sin estar conmigo; no pido más.

Siempre me es interesante mirar la expresión de la gente. Es como observar pequeños mundos que solo muestran una primera fase, no se sabe que hay dentro. Intento adivinar que pasa en cada uno, que los acongoja o por que son felices. Somos un animal muy extraño.

Luego recuerdo mi propia vida, ya un par de kilómetros adelante. Un archivo interminable de situaciones, pensamientos y sentimientos se abre en mi oficina principal. Pongo play a alguna remembranza importante y disfruto de ella, incluso a veces permitiendo a la imaginación profanarla. Ideo millares de planes que tal vez se pongan en práctica próximamente, o probablemente no. Suelo saber que tengo que regresar cuando doy con una idea importante.

Me doy cuenta de que ahora estoy algo lejos de casa. Por lo general defino un rumbo no muy claro, por lo cual camino en automático. Paro en la primera tienda a comprar un cigarrillo suelto (Camel, de ser posible). El humo asienta un poco mi mentalidad, la pone en neutral. De esa manera empiezo el camino de vuelta.

Me abrumo al imaginar cuantos hombres más habrán pisado la misma tierra, ¿qué huellas estaré imitando?, ¿qué habrá pasado por la sesera de esa turba justo al dar esos pasos? Me siento un poco más en conexión con los de mi especie.

En fin, la mayor parte de las personas rara vez dedican un tiempo para si. Muchos dedican muchísimos de sus segundos en su apariencia, de acuerdo. Creo que trivial es el adjetivo correcto. Son momentos que, al igual que al convivir con la demás gente, no se vuelven a repetir exactamente igual. Uno es su principal amigo y amante, creo yo. Así que disfruto mucho mi convivencia conmigo, principalmente en domingo.




Adrián M.

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