Creative Commons License

viernes, 9 de abril de 2010

Se ve que es un resto de letras, pero leerlo no está de más... como de costumbre

Siete horas de siesta me hacen sentir orgulloso. La tarea no. Este blog más o menos, porque podría ser más estético y profundo, pero las opiniones que genera me gustan, creo que invariablemente, sean buenas o malas, y me parecen dignas de al menos hacerles referencia por acá.

Esto que sigue, al igual que algún artículo que me pasó un compa por facebook presumiendo que era de su autoría, que no está de más mencionar que no era de su autoría, del cual hablé semanas atrás, apareció en la prensa local al parecer el martes, y dice así:


Subversión y graffiti

“Lo escrito no es un espejo. Escribir es enfrentarse a un rostro desconocido”. El pequeño libro de la subversión fuera de sospecha Edmon Jabes

Para Alejandro Carranza Con decisión avanzan las notas de Kashmir, una de mis piezas favoritas del grupo de rock inglés Led Zeppelin, en su glorioso álbum Physical Graffiti. Un grupo de soñadores subversivos, sensuales y con una garra que se hunde en las profundidades del inconsciente, a quienes les permito, desde mi consciente -con placer-, la entrada absoluta.

El arte de la subversión es antiquísimo, hay subversiones escriturales, musicales, plásticas. Por eso con Physical Graffiti quiero referirme al arte del grafitti urbano que inunda nuestras avenidas y calles.

Cierto, hay graffitis pésimos, los hay de belleza suprema (igual ocurre con los óleos, el arte conceptual, la fotografía). El encanto y la incomodidad del graffiti es que se traza en propiedades ajenas, de allí su culpa, su delito, su falta, de allí esa subversión que lo caracteriza.

Tal vez algunos lectores sepan que existen los críticos y curadores de arte que dicen con agudo ceño, sobre la obra que tengan frente a sus ojos: “Esto es bueno”, “esto es una copia”, “esto no sirve”; pues también en el campo del graffiti hay quienes se dedican a la contemplación de estas obras instalados en su juventud, con juicios igual de subjetivos que los que utiliza un crítico de las artes exhibidas en las galerías.

Pues bien, hace poco conocí a un joven que junto con un amigo se dedica a evaluar los graffitis que hay en Saltillo. Y más, si algo no les satisface y creen que de verdad lo que proyecta el graffiti en cuestión es una idea pobre, de belleza nula, digamos pues, que es un trazo más que elemental y burdo: ¡Va!, que se avoca a borrar tales graffitis para dejar la pared a otros que según su juicio, sí valgan la pena.

La decisión final de este joven, a juzgar por sus palabras, debe estar acompañada de un conocimiento avezado del graffiti. Me lo imagino recorriendo la ciudad –y otras ciudades-, contemplando los gráficos resultantes, hasta hacerse, a sus 17 años, un curador autorizado por sí mismo –mire usted qué seguridad- para modificar bardas y paredes de esta ciudad capital. Así, tenemos un censor moderno de la belleza urbana, preocupado por la visualidad resultante.

Así que la próxima vez que usted ande por las calles, mire los graffitis y platíqueme si encuentra algo realmente bueno o algo deplorable; le prometo hacer contacto con este joven y preguntarle, si en su experta opinión, coinciden en el juicio final usted y él.

Yo asumo que el graffiti existe; lo digo sin dolor ni afán de inquisidora; lo veo como esas pinturas rupestres de las tribus urbanas. He visto verdaderas obras de arte, y también graffitis que reflejan en lugar de una idea artística, un encono, un disgusto, que expresan lo que es estar fuera del juego, que dejan ver rencor desde la no pertenencia a esferas más amables de la sociedad.

Amantes o detractores del graffiti, los dejo para que escuchen si pueden, “Swan Song” del mismo album de Zeppelin, con los recuerdos en la cabeza de ciertos trazos coloridos, esos tonos tatuados sobre edificios londinenses de piedra, y un restaurante también llamado el Cisne, en donde mi hija y yo escuchamos un piano generoso.

Y es que nadie se salva de las marcas ajenas. Hay quienes llevan los graffitis en sus habitaciones más íntimas, allí donde entró quien uno no dio permiso, pero logró entrar y nos dejó grabado el corazón. Así es.

                                                                                                             
                                                        -Claudia Luna Fuentes




Ahora va mi respetable opinión:

Es chido que hablen de uno... jaja. Pero vámonos por partes:

1) Para empezar, ese del que se habla al principio de nombre homónimo al mío, curiosamente sí soy yo.

2) Led zeppelin no me parece agradable ni sensual mucho menos,  pero eso no importa. :D

3) La palabrita esa, subversión, suena bellísimo.

4) Espero que lo de opinión experta sea de connotaciones sarcásticas, porque pues yo no pinto nada en realidad, y más que un curador de arte moderno o como gusten llamarle, soy un humano, que en sus muy adentros discierne entre lo que es bueno y malo, esa idea que muchos manejan desde que salió el assassins creed de que todo está premitido me parece sumamente burda. Sé -por ejemplo- que decir la verdad es bueno, o más que bueno lo normal, lo debido, y  que mentir es malo (por citar un arquetipo fácil de entender).

En este caso del graff y del arte visual en general es lo mismo, sé que esto es bueno, o casi sublime (si les dan clic, sí, sin "k", las imágenes se ven más grandes, nomás pa que aprecien):


 Y también sé que lo que sí causa encono y acciones como las que se ven en la misma foto, es un resultado de las siguientes características (aunque el término resultado le quede grande a tal aberración), con la misma técnica y la misma oportunidad de lograr algo como el anterior:



Básicamente y en lo personal -porque mi amigo el amigo sabe pintar muy bien- (me refiero al amigo con el que salgo a borrar) la premisa es que si veo algo que incluso yo puedo mejorar, no veo porque no borrarlo, porque sé que rayo ahora sí que pal perro... pobrecitos perros. Aparte uno sabe la ilegalidad que conlleva, el odio y percepción castrada y con tergiversaciones varias que causará el graffiti en general, por culpa de unos imbéciles que creen que son artistas o no sé que, en la persona dueña de la barda que arruinaron, y que si algo me da asco, no tengo porque soportarlo y/o verlo.

5) El último párrafo de la columna es dueño de algún adjetivo de esos que no se me ocurren ante la impresión (por bueno) (el párrafo :D).

6) Y pues me queda sólo agradecerle a la autora. Agradecerle por haber concebido belleza tal, en toda la extensión que el verbo concebir comprende...



Paz y buenos trazos =)




Alejandro












 

1 comentario:

  1. que?
    jajaja na me gusto la onda de responder ensayos, y eso de Kashmir wtf? y eso de borrar graffs no me la sabia, muy bueno :D

    ResponderEliminar