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miércoles, 5 de enero de 2011

Y ya entrados en...


Vamos a darle poquito a la música.


El alma es música. El hombre en sí es música.

Una vez, cuando estaba chiquito y tenía incluso más tiempo libre que ahorita, me puse a pensar como sería la vida sin música. No puede haber peor pesadilla. Y, recuerdo, que la idea latió de un comentario de mi abuela (quien se llamaba Marciana [no, no tiene nada que ver, pero así se llamaba]) en el cual planteaba un mundo totalmente musicalizado. Esa es una concepcion mucho menos loca o extremista, y es prácticamente real, ya que la música va de la mano con la vida, no tanto de manera retórica, sino como una teoría no tan descabellada cuando es razonada. Y no, no de un ángulo estudiado a modo de partitura y en forma matemática, no hay tanta necesidad. Es en cierta parte un sentido que todos tenemos, y, como tal, hay quien lo tiene más desarrollado que el promedio. Un simple ejemplo es cuando coordinas tus pasos con la música de tu reproductor marca Aipo por mera inercia (sí, espero no ser el único). O como la típica canción que te dura todo el bendito día rondando en la sesera involuntariamente (que lamentablemente va desde unos buenos raps o los clásicos de Silvio, hasta el PaPaPaPaPaPa... ...Panameric-hate you). Desde ahí se empiezan a notar los indicios de la influencia musical en la mente humana.


Hoy, voy a atravesar las áridas tierras del Valle de Santiago y las aguas pantanosas de la Huasteca Neoleonense para hacerme de una guitarra nueva. Mañana, con la inspiración del  instrumento adquirido, le daré más letras al tema (que probablemente vaya a dar BASTANTES).


Que así sea por hoy.





Adrián "Rockin'ForLife" Mtz :]

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